Hace unos días leí una entrada, en un blog, sobre el acto de conversar, que me gustó mucho. Aquí dejo el enlace 3 claves para una conversación fluida.
Mientras lo leía, me acordaba de algo que nos comentó Celia que es agente de igualdad, en una formación sobre género y desarrollo. Ella decía que a la hora de transformar una realidad o intentar cambiar esa realidad, lo principal es elaborar una determinada mirada. No recuerdo sus palabras exactas, pero la idea que a mi me quedó, es que esa mirada tiene que ver sobre todo con una actitud ante una realidad, tiene que ver con una sensibilidad a la hora de percibir, con no quedarse en la superficie de las cosas que pasan sino querer llegar al fondo, tiene que ver con un compromiso vital, con criterios para discernir, para ver oportunidades, con sostener una motivación para pasar a la acción.
Cuando tienes esa mirada, entonces ya es el momento de pasar a las estrategias, a las técnicas, a las herramientas, a las acciones. Pero lo que te indica qué está pasando, qué hace falta en cada momento, cuál es el siguiente paso posible, lo que te da energía y motivación para actuar y superar las dificultades es la mirada. Si no hay esa actitud, de nada sirven las estrategias y las técnicas.
Estoy haciendo un taller de escucha y después de varios meses de taller, la conclusión a la que llego, es que si no tienes interés en la otra persona, no la escucharás de verdad. Por más técnicas y estrategias que uses, si no te importa esa persona y lo que dice, no habrá escucha. Primero la actitud, esa es la base para construir; que aguantará todo lo que sea necesario aprender y hacer.
¿Cómo se elabora esa mirada? Pues yo no tengo ni pajolera idea. Si tengo algunas intuiciones al respecto. No es una mirada innata, es una mirada aprendida, de forma inconsciente, si es que has tenido la suerte de crecer en un ambiente con personas de referencia que la tienen, o de manera más o menos consciente a base de pescozones con la realidad, y siempre, siempre interactuando con otras personas. Es una mirada procesual, que requiere hacer un camino que no tiene meta final, es decir siempre estamos reconfigurando la mirada. Es una mirada personal, porque es la mía, aunque tenga muchos elementos en común con otras. Es una mirada que abre la mente, que amplia posibilidades, y es una mirada esperanza, porque sin certezas apuesta por la vida.