Posteado por: ere101 | octubre 16, 2018

La naturaleza humana

No vamos a meternos en grandes disquisiciones, porque lo que nos interesa de momento es averiguar qué es lo que nuestra naturaleza nos pide, y no necesitamos grandes detalles sobre otras cosas. Así que seamos redundantes y digamos que la naturaleza humana es la manera de ser de los humanos, en tanto que animales superiores con aspiraciones a más. ¿Y qué es lo que quieren los humanos? En una primera aproximación descubrimos, sin muchos esfuerzos, las ganas, el criterio más vital y profundo que hay, primigenio y algo tenebroso, que en castiza grosería se llama «lo que me sale de los cojones» (con perdón). Hagamos lo que nos dé la gana. El problema es que casi nadie tiene ganas suficientes como para jugarse la vida (o la carrera, o la seguridad, o la familia) por ella. Pero no cabe duda que es un criterio, por lo menos, auténtico y sincero, aunque quizá suene algo desconsiderado.

Afortunadamente, no acaba ahí nuestra naturaleza. Quedan, al menos, dos vísceras más a la que podemos pedir consejo: una es el corazón y la otra, la cabeza. Probemos con el corazón: seguir los sentimientos. Hagamos lo que nos pide el corazón. Es bonito. Sentimental y noble. Puedo apoyar ese criterio, pero según para qué y en qué condiciones. No conviene dejarse cegar por los sentimientos.

Veamos nuestro tercer órgano: pensemos las cosas con cabeza. Creo que hemos vuelto al principio, porque para pensar necesitamos un criterio. Digamos otra vez que nuestro criterio es «lo que nos pide nuestra naturaleza», y apliquemos nuestro cerebro a pensar sobre ello. Ahora sí. Nuestra naturaleza piensa, siente y palpita.

Nuestra naturaleza es, de momento, una tríada. La cabeza, el corazón y el bajo vientre son metáforas de funciones cuya verdadera base anatómica está repartida por el cerebro. (….).

Cada cultura ha tomado posición con respecto a cuál de las tres partes es la más importante, y algunas insisten en que una debe dominar, a otra hay que castigarla, y a la tercera, depende. Yo voy a tomar una postura diferente, porque he estudiado el tema y he llegado a la conclusión de que las tres son igualmente necesarias y que no pueden actuar aisladas. Cuando una se sacrifica demasiado, acaba por rebelarse y entorpecer el funcionamiento de todo el conjunto. Como psiquiatra, he visto sufrir a mucha gente por sus desacuerdos, contradicciones y rigidices internas. Llevarse mal con uno mismo, además de un signo de enfermedad mental, es una tontería.

La tarea más especificamente humana es poner de acuerdo a las tres facciones, para lo cual no nos queda más remedio que trabajar intensamente desde niños para conocer, conducir y equilibrar cada una de ellas. Aparece así la cuarta función. No nacemos con ella; se desarrolla por una mezcla aleatoria de autodescubrimiento, educación y pura casualidad. Llamémosla intuición. Podemos definirla como la percepción integrada de nuestro momento en la vida y de nuestra posición en lo que existe. Cuando lo que pensamos, lo que sentimos y lo que vive nuestro cuerpo coincide, entonces es cuando la intuición es creíble. Si la utilizamos bien, acabamos siendo nosotros mismos, un estado en el que nuestra naturaleza y nuestro yo coinciden. Esto es lo que se llama tener la conciencia unificada o estar de acuerdo con uno mismo, y es el máximo estado posible en la evolución humana. Si lo hacemos mal o tenemos mala suerte, la relativa distancia entre nuestra naturaleza y nuestro yo marca el grado en el que somos ajenos a nosotros mismos, animales desencajados que han perdido su instinto y no han encontrado su intuición.

Ya sabemos lo que nuestra naturaleza nos pide. No es la gana instintiva, no es el sentimiento irracional, no es la lógica fría, es la integración personal de todas esas dinámicas, en un juego dialéctico con las dinámicas del universo. El criterio humano para tomar una decisión crítica es el encaje, primero en nosotros mismos y a continuación en el resto del mundo.

José Luis González de Rivera

 

 


Respuestas

  1. Fabuloso y acertado. Gran entrada.

  2. Fabuloso y acertado. Gran reflexión. Gran entrada.

    • Gracias. Es un fragmento del libro Crisis emocionales de José Luis González de Rivera, un libro que me está encantando. Un abrazo.


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